La primera estatua dedicada a Juan Sebastián de Elcano fue erigida en 1800 por orden otro insigne marino y científico getariarra, Manuel de Agote y Bonechea, quien durante décadas fuera el primer factor de la Compañía de Filipinas en Cantón (China) y que a la sazón era alcalde de Getaria. Esta estatua resultó muy dañada a raíz del asalto carlista que sufrió la villa en 1836, durante la Primera Carlista, y fue retirada.
No se conformaban los getariarras a permanecer sin un justo monumento a Elcano, de manera que en 1860 el ayuntamiento solicitó la ayuda de la Diputación Foral. Ambas instituciones costearon la nueva estatua de bronce, obra del artista Antonio Palao, que fue instaurada en 1861 sobre la plataforma de la puerta de mar de la villa.
Esta magnífica obra sufrió, también, las consecuencias derivadas, en este caso del totalitarismo franquista, ya que fue arrebatada de su lugar original para ser dispuesta junto a la ermita de la Reina de los Mares, inaugurada en 1941 en recuerdo de los marineros muertos en el hundimiento del crucero Baleares durante la Guerra Civil. No olvidó Getaria esta afrenta y la estatua fue reintegrada a su posición original tras el fallecimiento del dictador en 1975.