El casco histórico de Getaria está emplazado sobre un cabo rocoso frente al que se alza la isla de San Antón, artificialmente unida con la costa desde el s. XV. Entre ambos, al abrigo de San Antón, se sitúa el puerto de Getaria, que supuso la principal fuente de riqueza de la población durante siglos y que aún conserva una importante actividad pesquera. Las calles paralelas del casco, de trazado medieval, descienden hacia el mar.

Aún ceñido en parte por los restos de su muralla moderna, el centro histórico de Getaria custodia sus principales monumentos, entre otros, la iglesia de San Salvador, las torres de Zarauz, Ochoa Ibáñez de Olano, así como los restos de otros muchos palacios y casas góticos y barrocos, y varios yacimientos arqueológicos de alto valor histórico. Las animadas calles del casco constituyen también uno de los centros de la vida social y la renombrada gastronomía marítima de Getaria. Destacan las parrillas, situadas en el exterior, que constituyen un elemento arquitectónico fundamental de varios edificios-restaurantes, así como del paisaje cultural de la villa.

Iglesia de San Salvador

El actual edificio de la parroquia de San Salvador de Getaria constituye el principal edificio gótico de Gipuzkoa, declarado Monumento Nacional a fines del siglo XIX.

Entre sus características arquitectónicas destaca por contar con dos triforios superpuestos. El triforio superior originariamente era un claristorio que a principios del siglo XVII fue transformado en triforio después de que fuera cerrado con muros por el exterior.

Destaca, así mismo, por la absoluta irregularidad de su trazado, de manera que no hay un sólo tramo del edificio que sea paralelo con otro. En suma, constituye todo un alarde arquitectónico por parte de sus constructores.

Cabe señalar, sin embargo, que no todas las irregularidades que observamos tanto en planta como en alzado son de carácter voluntario.

Algunas son consecuencia de la necesidad de tener que adecuarse el edificio a un terreno muy accidentado. Efectivamente, la villa de Getaria se asienta en un magnífico puerto natural, protegido por la isla de San Antón, pero este emplazamiento supuso un precio urbanístico muy importante: el núcleo urbano se asienta sobre un promontorio que se adentra en el mar y que constituye un estrecho valle colgado. La iglesia se asienta en el fondo de ese valle, sobre al antiguo cauce del riachuelo que desciende por el mismo. Esa es la razón de la construcción de parte de la cripta en forma de túnel: dar salida al mar a las aguas de ese riachuelo. Todo ello motiva las irregularidades que presenta el suelo de la iglesia, dispuesto en plano inclinado hasta la cubierta del túnel, que discurre bajo el tramo de suelo de piedra.

Quizás el mejor ejemplo de las irregularidades arquitectónicas que presenta el edificio son las tres puertas de acceso al templo:

  • La portada principal, orientada al sur, da acceso a cota del suelo de la iglesia.
  • La portada norte, se abre a una cota inferior dando acceso a nivel de la cripta.
  • La portada oeste, se abre a una cota superior a nivel del primer coro.

Hitos históricos

Esta iglesia destaca, así mismo, por una historia apasionante:

  • Desde el punto de vista arqueológico, cuenta en el subsuelo con los cimientos de las iglesias anteriores de época alto- y pleno-medieval, con sus correspondientes cementerios alrededor, todo ello sobre ruinas y vestigios de época romana e incluso anteriores (los restos más antiguos de la Edad del Bronce).
  • En esta iglesia se constituyó la institución de la Provincia de Gipuzkoa en 1397: Los representantes de los municipios industriales y comerciales de Gipuzkoa se reunieron en esta iglesia con el propósito de acabar con los abusos señoriales. Crearon la Hermandad, que es el nombre que entonces atribuyeron a las Juntas Generales, o gobierno de Gipuzkoa que ha llegado hasta nuestros días, así como un cuaderno de leyes, origen de la legislación privativa de Gipuzkoa que conocemos como Fueros.
  • En esta iglesia fue bautizado en 1486 Juan Sebastián de Elcano, el gran navegante que protagonizó la Primera Vuelta al Mundo entre 1519 y 1522. Tras culminar su hazaña, el emperador Carlos I, V de Alemania, le concedió un nuevo escudo de armas con el lema “Primus Circumdedisti Me”. Los bienes relacionados con el gran marino fueron muy ambicionados por las principales familias comerciantes y armadoras de Gipuzkoa a lo largo de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, que trataron de vincularse con los descendientes de Elcano. Es el caso de don Pedro de Echave y Asu, caballero de la Orden de Calatrava, rico comerciante y constructor de galeones que se enriqueció con el comercio de la plata con América durante el siglo XVII. En 1672 llegó a apropiarse de la herencia o del legado de Juan Sebastián de Elcano, entre cuyos bienes se contaba con la sepultura de la familia Elcano en la iglesia de San Salvador. En cuanto se apropió de los bienes procedió a instaurar sobre la tumba una nueva lápida en memoria de Juan Sebastián de Elcano, vinculándolo con su propio nombre. Don Pedro se revistió, de esta manera, del incalculable honor que suponía vincularse al legado de Elcano, de figurar como descendiente del ser humano que demostró de manera empírica la esfericidad del planeta.”