Una de las dos hijas del capitán Martín de Mirubia, doña Ángela Catalina de Mirubia, viuda en 1713 de don Juan Nicolás de Cardón, importante comerciante donostiarra de origen flamenco, llevará a cabo una importantísima actividad empresarial. Ese año armará el último bacaladero guipuzcoano que faenó en aguas de Terranova. Continuará con las expediciones al Ártico con el ballenero heredado de su marido hasta que sea embargado en 1718 por la Armada para la conquista de Sicilia, donde se perdió en la batalla de Cabo Passaro. A partir de 1729, fue la primera empresaria en volver a armar un ballenero con el que inició la reactivación de esta actividad en Gipuzkoa.